Sin lugar a dudas, al menos en la consideración de quien escribe esta nota, Guillermo Vilas es uno de los cinco mejores deportistas que ha dado la historia del deporte argentino.

Pero no sólo por los triunfos, sino por la revolución que generó en un deporte. Ni Diego Maradona logró eso con el fútbol. Tampoco Juan Manuel Fangio con el automovilismo, por nombrar dos casos.

Vilas, con su gran temporada en 1977 donde ganó 16 torneos de ATP -récord absoluto-, llevó de 300 mil a 3 millones la cantidad de tenistas amateurs en la Argentina. Y llenó de “manchas naranjas” el país.

Se cumplieron 40 años del US Open ganado en Forest Hills. El último Abierto de Estados Unidos jugado en clay.

La historia dice que venció sucesivamente al español Manuel Santana (6-1 y 6-0) y luego derrotó al estadounidense Gene Mayer (6-3 y 6-0). En la tercera rueda, otro norteamericano, Víctor Amaya (doble 6-3). José Higueras, de España, fue su derrotado en los octavos de final por 6-3 y 6-1.

De allí en más llegarían los partidos al mejor de cinco sets. En los cuartos de final apabulló al sudafricano Raymond Moore por 6-1, 6-1 y 6-0. En semis, al estadounidense Harold Solomon por 6-2, 7-6 y 6-2.
La histórica final se la ganóa la número uno del mundo, según la computadora, el ídolo local Jimmy Connors por 2-6, 6-3, 7-6 y 6-0.

Vilas, hoy viviendo en Montecarlo y no del todo bien de salud, abrió el camino para que luego existan José Luiis Clerc, “Gaby” Sabatini, la “Legión” o Juan Martín Del Potro.

Aunque parezca pedante (e incomprobable) afirmarlo, sin Guillermo Vilas no hubiera existido el tenis tal como lo conocemos hoy. Incluyendo la victoria en la Copa Davis.