Expresar malestar puede jugar en contra y, aunque parezca un deshago, lamentarse repetidamente puede ser negativo para la salud. A propósito de ello, Adrián Noriega, en Nunca es tarde, conversó con la Licenciada en Recursos Humanos, especialista en Bienestar, experta en capacitaciones en habilidades blandas, IE y herramientas de coaching.
Verónica Dobronich consideró que “vivimos en una cultura donde quejarse parece automático”.
En ese sentido, advirtió que “no funciona utilizar la queja como catarsis, a veces se transforma en hábito y cuando sucede esto se convierte en un freno para nosotros mismos y los demás”.
Si bien reconoció la importancia de “expresar emociones”, indicó que “es más fácil quejarse que hacer”.
“El actuar no es de la persona quejosa, es un comportamiento bastante tóxico; la gente feliz no jode y la queja jode”.
"El problema aparece cuando el cerebro asocia la queja con alivio pero no con cambio".
La especialista explicó cómo funciona este ciclo de “negatividad repetitiva” y sugirió: “hay que reconocer el malestar, validarlo y preguntarse qué puedo hacer diferente” para cambiarlo.

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