Por Leandro Illia

"Me hubiese sorprendido que se vayan pocos y no 11 en 15 fechas como pasa. Acá es normal. Los dirigentes son hinchas y las cosas se manejan de otra manera que en Europa”
Con esa frase Israel Damonte criticaba el sistema actual del futbol argentino.

En lo que va de la Liga Profesional 11 entrenadores tuvieron que dejar su cargo. Resultados deportivos, peleas con los jugadores, criticas a los dirigentes y la poca paciencia de los hinchas son algunos motivos principales del despido de los entrenadores dentro de nuestro torneo domestico. El hilo siempre se corta en lo mas fino.
Si de estadísticas hablamos, ( cerca de un 40 porciento 39,28% para ser mas precisos) de los clubes cambiaron su DT. Impaciencia y resultados a corto plazo son algunas exigencias que predominan.
Nuevas ideas, experiencia, haber crecido y nacido en el club o un paso previo de fuste ya no garantiza nada.

Promesas como la presentación de un proyecto a largo plazo quedan desechadas rápidamente en los clubes. Entre los casos mas resonantes encontramos a Marcelo Saralegui en Colon que fue despedido en la cuarta fecha, Alexander Medina en Velez en la quinta, Abel Balbo en Estudiantes en la séptima, Hugo Ibarra en Boca y Leandro Stillitano ambos en la octava, Gustavo Munua en Union en la novena, Diego Flores en Godoy Cruz en la decima, Rodolfo de Paoli en Barracas Central en la onceava, Javier Sanguinetti en Banfield, Diego Davobe en Huracan y Carlos Ruiz en Arsenal en la decimoquinta jornada fueron las víctimas de una carniceria llamado futbol argentino.

A esos protagonistas tenemos que sumar los técnicos que están siendo cuestionados.
Fernando Gago en Racing ( depende de su desenlace en la Copa Libertadores), Martin Palermo en Platense ( su equipo que se ubica vigésimo con 17 puntos de 45 posibles (cuatro triunfos, cinco empates, seis derrotas y dentro de la temible zona roja) y Lucas Bovaglio en Instituto ( la Gloria se ubica en la vigésima primera ubicación, con 17 unidades (4G, 5E, 6P).
Un verdadero problema de 40.