Por Fernando Cárdenas EFE937

Treinta ásperos años

Antes de entrar a grabar su segundo disco de estudio, Divididos hace un movimiento que será de vital importancia en su trayectoria. Ricardo Mollo y Diego Arnedo incorporan al baterista Federico Gil Solá para que se haga cargo de los parches, ocupando el lugar del ex La Sobrecarga, Gustavo Collado. Con esa formación el trío registra Acariciando lo Áspero, álbum que llega a las bateas de la Argentina post hiperinflacionaria el 15 de noviembre de 1991.

El ingreso de Gil Solá le aporta al trío otro peso y dinámica. La banda gana en músculo, fortaleciendo una base rítmica que a fuerza de groove le brinda el andamiaje rítmico a la volcánica guitarra de Ricardo Mollo, que asume el papel de uno de los grandes guitar heroes de la escena nacional.

Con Acariciando lo Áspero, Divididos comienza a construir su propio legado, a despojarse de la deformidad sonora de Sumo que sobrevuela las canciones de 40 Dibujos ahí en el piso, el disco debut publicado en 1989, y delinear un universo que le pertenece: un lugar en el que conviven Hendrix, Luca Prodan, la pulsión folclórica, una personal aproximación al funk y un lenguaje que combina mirada crítica con humor e ironía. Un universo que convertirá al trío en referencia ineludible del rock argentino en los siguientes treinta años.

Fernando Cárdenas