Un viaje sonoro entre lo ancestral y lo contemporáneo

Pitu Marquesano presenta su proyecto solista con una noche de música instrumental y raíz folclórica

Con raíces familiares profundamente ligadas al folclore santiagueño y una formación atravesada por el piano, Pitu Marquesano abre un nuevo capítulo en su carrera con su primer proyecto solista, donde combina composiciones propias con clásicos del repertorio argentino y latinoamericano, todo desde una mirada instrumental y libre.

En diálogo con Emiliana “La Colo” Merino y Nabila Jatib en La Tarde de Nacional Folklórica, el músico repasó su recorrido, las influencias que marcaron su estilo —como Adolfo Ávalos, el “Negro” Aguirre, Ariel Ramírez y Charly García— y el compromiso de crear desde una identidad abierta y enraizada a la vez. “El folclore no es un estilo: es una forma de vivir. Es compartir, es comunidad”, afirmó con convicción.

Marquesano se presentará con su quinteto el miércoles 2 de julio a las 20:45 h en Café Berlín (Av. San Martín 6656, CABA). Las entradas están disponibles a través del sitio de Café Berlín. El concierto tendrá invitados sorpresa, como confirmó el artista en sus redes sociales.

El repertorio incluirá composiciones propias, piezas del trío Vitale-Baraj-González, una obra de Daniel Homer y hasta una versión instrumental de Charly García, todo bajo un enfoque de trío o quinteto con alma de peña y vuelo de sala de concierto. “Me siento pianista, pero también productor, charanguista, guitarrista. La música es mi idioma”, señaló.

Pitu, que ha trabajado con figuras como Suna Rocha, Julia Zenko, Emilio Del Guercio y Daniel Maza, se ha convertido en un nombre clave de una generación que enlaza tradición y vanguardia, raíz y exploración. Su música, como él mismo dice, no espera la inspiración: se construye con horas de tocar, de grabar, de probar y de escuchar.

Con una sensibilidad profunda y un oído afilado, Marquesano no solo hace música: la habita. Y este 2 de julio invita al público a compartir ese mundo en una noche única donde la canción se convierte en paisaje y el piano en memoria viva.