CON LILIANA DAUNES JUANA PIMIENTA

Marosa Di Giorgio: el mundo incandescente de la druida uruguaya

Marosa era un ser fascinante e inusual de sensualidad desbocada. Fue una de las grandes innovadoras de la literatura uruguaya, una de las poetas más singulares de la América nuestra.

De chica, paseaba entre almendros, rosales, olivares y vides leyendo y leyendo. En esa quinta de Salto, habitada por pájaros y flores, rescataba lagartijas de las fauces de su gato y criaba, por mascota, a una gallina blanca a la que le daba de comer arroz en la mano. Allí se fundaría el universo que Marosa desgrabaría lenta y amorosamente durante su vida: “Mi antiguo y escondido mundo en llamas”.

Al periodista Eduardo Espina le explicó: “De niña viví en el campo y vi acoplarse a los animales. Me llamaba la atención el apasionamiento de las gatas, que tienen normalmente una expresión tan impasible y lejana. Y noté volar moscas ensambladas. Yo veía sin morbosidad alguna. Como un ángel que observase las cosas del tiempo y de la tierra. Ahora, esos recuerdos me sirven para los relatos”.

A Melisa Machado, en otra entrevista, le advirtió que consideraba a la infancia como “su sitio en el inmenso universo. El punto único e irrepetible donde se originó mi vida y donde pude escribir”.