Entrevista a Ismael Sanz Labrador

Leer en papel y escribir a mano: el puente entre memoria, comprensión y aprendizaje

En un momento en que la digitalización avanza en el ámbito educativo y desplaza progresivamente el uso del papel y la escritura manual, surge un debate sobre si esos cambios realmente benefician el aprendizaje y el desarrollo cognitivo. Diversas investigaciones recientes advierten que, en ciertos contextos, regresar a lo analógico puede favorecer la retención, la comprensión y el pensamiento crítico.

 

El profesor Ismael Sanz Labrador, de la Universidad Rey Juan Carlos de España, dialogó con Creer o reventar y subrayó que la discusión no consiste en eliminar la tecnología del aula, sino en que "tiene que haber un momento en el que los estudiantes escriban a mano y lean en papel".

"Eso va a permitir un análisis más profundo y detallado, pausar, pensar en lo que estás escribiendo o leyendo; y por lo tanto, se pueden fijar ideas de una manera más intensa y recordar en mayor medida. Se va a producir un aprendizaje significativo", expresó.

Sanz Labrador resalta que escribir a mano genera movimientos precisos, modula el gesto gráfico y activa redes cerebrales más complejas que la mecanografía, lo cual estaría vinculado a una mayor retención de información y a un aprendizaje más profundo. Estudios citados muestran que la lectura en papel, frente a la lectura en pantalla, también brinda una mejor comprensión de textos, sobre todo cuando se debe procesar información o se dispone de un tiempo limitado.

El docente advierte que la tecnología aporta innegables ventajas: acceso, inmediatez, interactividad. Sin embargo, cuando se trata de procesos de aprendizaje de fondo —como la escritura, la lectura comprensiva y la estructuración del pensamiento—, lo analógico no puede subestimarse. Se trata de incorporar estrategia: cuándo y cómo usar papel o pantalla, cuándo valerse del teclado o del bolígrafo, para optimizar los distintos objetivos pedagógicos.

Entre las recomendaciones de Sanz Labrador figura dar prioridad al bolígrafo o lápiz y al papel en fases de reflexión, análisis profundo o elaboración de ideas propias; mientras que lo digital resultaría más útil en fases de difusión, colaboración o búsqueda rápida de información. También menciona que las instituciones educativas deberían revisar sus prácticas, alternar formatos y evaluar qué soporte favorece mejor el tipo de aprendizaje deseado.