javier erlij CRÍTICA

“Jesús López'' de Maximiliano Schonfeld

Una propuesta federal.

 

“Jesús López'' de Maximiliano Schonfeld.

 

Entre duelos emocionales y motores estridentes. 

El estreno de esta semana llega a las salas del complejo Gaumont el próximo jueves 3 de febrero. Se trata del último ganador del premio a mejor película Iberoamericana del Festival Internacional de Mar del Plata. Maximiliano Schonfeld presenta su tercer largometraje de ficción tras “Germania” y “La helada negra”. “Jesús López” se nos presenta como una película llena de binomios, los cuales poco a poco irán desdibujando las fronteras que los separan.

 

Tras una noche de borrachera, el piloto de carreras Jesús López falleció atropellado en un accidente de tránsito. Su primo Abel, quien trabaja en el campo de sus padres, poco a poco comienza a ocupar el espacio dejado por el difunto. Sus tíos comparten más tiempo con él, los amigos de Jesús lo hacen parte del grupo e incluso la ex novia del piloto se interesa en Abel. Las diferencias se acortan y la distinción entre los primos es cada vez más compleja. 

 

El ritmo del audiovisual posee la tranquilidad de la vida en el pueblo. El sonido de los animales y los insectos es solo interrumpido por el rugir de los motores. Carburadores, pistones y caballos de fuerza que tanto la juventud como los adultos, utilizan para romper la monotonía de su cotidianidad. Los fierros y su velocidad inyectan adrenalina en sus vidas, ya sean las noches de fin de semana o las carreras de los domingos. En parte es lo que separa al pueblo del campo, la tranquilidad del subidón de emoción. 

 

Al mismo tiempo presenciamos paternidades fallidas. Ninguno de los padres pudo hacer nada cuando sus hijos sufrieron sus accidentes. En el caso de Jesús el choque que produciría su muerte, para Abel es un incendio descontrolado que marcaría su piel de por vida. Hecho que convertirá al último en una persona introvertida y calma, en contraposición de su primo, lleno de amigos y de mecha corta. Sin saberlo, tienen más cosas en común de lo que creen. 

 

El padre en duelo, desea transformar al hijo de su hermana en el suyo. El inicio es paulatino, primero usar su ropa, dormir en su cama, hasta conducir su auto. Abel progresivamente se transforma en Jesús, hasta llegar el momento de no saber quien es quien. El actor que hacía del difunto piloto ahora hace de su primo. Mezclados así la realidad y la fantasía, sin terminar de convertirse una en la otra. Como sucede con el espacio existente entre la luz y la sombra. Dos que son uno, uno que no es nadie.

 

Lo cotidiano y lo místico se mezclan para darle lugar al mundo de “Jesús López”. De manera contenida, que nunca termina de explotar aunque se encuentre a punto, consigue mantener el interés del espectador en la trama todo el tiempo. Sumado a unos atardeceres prácticamente capturados por la cámara, que atrapan al ojo curioso. Maximiliano Schonfeld logra una película que invita a la reflexión, sin dejar nada al azar.