Análisis, por Sergio Tagle Córdoba

Gobierno del Frente de Todos: una evaluación contrafáctica

Formulamos preguntas contrafáctica a dos medidas que no tomó el gobierno del Frente de Todos. Una refiere a Vicentín y otra al Impuesto extraordinario a las grandes fortunas.

La primera. ¿Qué habría pasado si el gobierno no retrocedía con la nacionalización de Vicentín, en esta medida que hasta anunció oficialmente? Respuestas: No hubiésemos tenido la inflación en los alimentos que tuvimos y que seguimos teniendo. No tendríamos el 10 por ciento de indigencia ni 6 de cada 10 niños que pasarían hambre. No tendríamos el 44% de pobreza. Sí tendríamos soberanía alimentaria. ¿Por qué? Porque tendríamos una Empresa Pública de Agroalimentos que, entre otras cosas, ofrecería precios testigo.

Pero Vicentín no fue transformada en empresa pública por razones que se desconocen. O sí se conocen pero no tienen la entidad de “razones”.  Se solía decir, “no daban las correlaciones de fuerzas”. Pero este argumento fue y sigue siendo inconsistente

¿Qué habría pasado si el impuesto “extraordinario” a las grandes fortunas se hubiese convertido en impuesto “ordinario”, incorporado a la estructura impositiva del país?

Si la idea era pagar la Deuda Externa, acá tenías una fuente de recursos. Si la ayuda social, ANSES,  desequilibran las cuentas públicas, no tienen por qué hacerlo. Ese es el destino de este impuesto, como ocurre en los países capitalistas serios.

También podemos preguntarnos qué habría  ocurrido si Cristina Kirchner hubiese colaborado con un gobierno que era obviamente el suyo. Vicepresidenta no es un cargo menor. Menos, si te llamás Cristina Fernández de Kirchner. Si te llamás así, tenés un poder que va más allá de las instituciones. Cristina Kirchner tuvo por lo menos el mismo poder que Alberto Fernández. La pregunta contrafáctica acá es qué habría  pasado si la vicepresidenta hubiese hecho algo más productivo con ese poder.

Dije “pregunta contrafáctica” y todo lo que dije es contrafáctico. “Contrafáctico” suele ser una descalificación argumental. Estás discutiendo o hablando y decís “si x gobierno hubiese hecho tal cosa habría producido tal efecto”. Por ejemplo, “si Herminio Iglesias no hubiese quemado el cajón, en el ’83 habría ganado el peronismo”.  Respuesta convencional o más o menos convencional: eso se puede comprobar. Eso es contra fáctico. Un ejemplo más cercano en el tiempo. Si José Manuel de la Sota no hubiese fallecido en aquel accidente, hoy sería presidente. Respuesta convencional: contrafáctico.

Propusimos otros contrafácticos de la realidad más cercana. Finalizamos con esta conclusión: la Historia, la historiografía hace mucho descartó al contrafáctico como descalificación argumental. Para la historia como ciencia social, el contrafáctico no es necesariamente un problema. Por ejemplo, Juan Carlos Torre hizo un ensayo contrafáctico de la historia del peronismo. Entre otras preguntas se hace esta: ¿qué hubiese pasado si fracasaba el 17 de octubre? Y arriesga una respuesta. También responde qué hubiese pasado si Perón perdía las elecciones de 1946. Y así, otros contrafácticos sobre el primer peronismo.

Torre se basa en las propuestas de  Niall Ferguson, un historiador inglés. Su teoría acerca de la validez del contrafáctico no habilita imaginar cualquier respuesta al “qué habría pasado si”. Limita el número de pasados posibles. Dice que el historiador contrafáctico no tiene que apelar al azar, a la arbitrariedad.  Tiene que apelar al cálculo de las probabilidades y  al situarse en un momento bisagra (el 17 de octubre, la Caída del Muro, por ej.) y contemplar solamente las alternativas posibles y teniendo en cuenta cómo lo valoraban los contemporáneos de ese tiempo en su cultura, clima de época.

Entonces, podemos preguntarnos qué habría ocurrido si el Frente de Todos no hubiese retrocedido con Vicentín ni con el Impuesto a las grandes fortunas. Y podemos concluir que hoy la Argentina sería mejor si hubiesen ocurrido esas cosas que no pasaron. Sin que nadie nos descalifique diciendo “eso es contrafáctico”.

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