Por Fabian Codevilla
Spafrancorchamps, una de las catedrales que tiene el automovilismo internacional, fue el escenario del Gran Premio de Bélgica.
Tras el parate por el verano europeo, la máxima categoría ponía en marcha sus motores bajo una lluvia torrencial y que trajo inconvenientes durante todo el fin de semana.
Los que más sufrieron las inclemencias climáticas fueron Lando Norris, con accidente sin inconvenientes físicos para él durante la Qualy, que fue suspendida con bandera roja por dicha situación y el mexicano Checo Pérez, que en la vuelta de formación, siguió de frente en el sector del circuito denominado “Les Combes” y golpeó su Red Bull contra el muro se protección.
A la hora de la largada una nueva postergación por la intensa caída de agua en ese preciso momento, que hacía imposible conducir con esas condiciones.
Con 25 minutos de demora y el auto de seguridad por delante durante un par de vueltas, se ponía en marcha la competencia e inmediatamente se volvió a suspender porque, según la comunicación de los pilotos, era imposible y peligroso correr así.
Después de tantos imponderables y con más de 2 hs y media de postergación, tras largas deliberaciones entre corredores, escuderías y autoridades de pista, los comisarios detuvieron el reloj de la carrera temporalmente a las 17:00 hs (hora de Bélgica) por fuerza mayor, por lo tanto quedando solo una 1 hora para el final de la jornada se preveía una cancelación.
Sin embargo 18 hs y 17’ hora de Europa, se reprogramó el inicio aún con condiciones de tiempo espantosas, mucha lluvia, viento y neblina que condicionaba a los pilotos.
Con Verstappen, Russel, Hamilton, Ricciardo, Vettel, Gasly, Ocon, Leclerc, Latifi y Sainz en las principales posiciones de largada se puso en marcha la competencia, que siempre tuvo al safety car por delante y que solo fue una burla de la dirección de carrera para asistentes y espectadores, ya que con solo tres vueltas, se dio por terminado este Gran Premio otorgando la mitad del puntaje a los pilotos por el tiempo que se estuvo en pista entre suspensión y suspensión.
Vergonzosa y polémica definición para una de las míticas competencias de la Fórmula 1 en un circuito emblemático, que quedará marcado en la historia por la triste farsa montada por los organizadores.
