Dana y su compañero Felipe son músicos y docentes oriundos de Cipolletti. Cuando empezó la pandemia ambos quedaron sin trabajo y en un primer momento, con el cobro del IFE, empezaron a comercializar condimentos. Sin embargo, al darse cuenta de que podían aprovechar sus conocimientos de bio-construcción con los cuales habían levantado su casa, decidieron canalizar todas sus energías en esta empresa llamada Ikigai.
Dana se refirió a los beneficios de la construcción en barro, tanto para las personas que habitan las casas como para el eco-sistema en general. También describió el modo en el que funcionan las estufas rusas y cuales son sus ventajas respecto a otras formas de calefacción. Los jóvenes tienen la posibilidad de trasladarse por toda la provincia según la demanda que tengan y aseguran que este emprendimiento les ha significado una fuente de ingresos muy importante que les permite afrontar la crisis de la industria musical.
