Por Lic. Marcelina Romero.
Pocos podrán decir “te lo dije” ante la cara perpleja de los vencidos, esos que miran la Casa Blanca a lo lejos, con las luces tenues en algunas ventanas y en las demás, un oscuro infinito. Un paisaje opuesto al del día anterior cuando se respiraba la certeza del triunfo demócrata.
Desde las rejas, los simpatizantes trumpistas festejan con un radiograbador al hombro. En sus rostros, la expresión de un festejo inesperado. Quizás sea ésa la razón de una sonrisa que les parte la cara, sus gorras con la inscripción “Make America, great again” son parte del uniforme partidista.
Donald Trump Presidente de los Estados Unidos. Nada ni nadie predijo que el señor empresario sería quien le diera la victoria a los republicanos, la oportunidad de regresar a la Casa Blanca.
Volvamos a la foto del primer momento, en la que los vencidos se desgarran y los vencedores se regodean viendo lágrimas. Los hillaristas se acercan abrazados, llorando, unos pocos -algo más indignados- intentan decir con carteles lo que miles de palabras no explican. Ganó Trump. Ganó y el pueblo norteamericano tendrá como presidente al candidato cuya campaña era inverosímil y poco seria. Ganó el hombre al que los medios llamaron incapaz, misógino, bocón, racista, xenófobo, niño bien malcriado, y tantos otros motes que fueron ascendiendo en tono para alentar a la gente a que él, el candidato republicano, no era ni por asomo un hombre para ocupar el sillón presidencial. Las advertencias de la peligrosidad no valieron de nada. Las cadenas de televisión, los artistas y tantas otras agrupaciones que alertaban a los votantes sobre el posible “error” no fueron escuchados. ¿O sí?.
Los medios no pudieron con la avalancha de ciudadanos dispuestos a dar la victoria al empresario histriónico, Donald Trump, quien dejó con la boca abierta primero a los de su partido, al eliminar a sus 16 contrincantes, y ahora al mundo. Ni las puestas en escena, ni los pedidos de precaución pudieron con la decisión real del pueblo estadounidense en buscar una alternativa que se aleje de las típicas y gastadas propuestas.
El 45º Presiente de los Estados Unidos de América es Donald Trump.
El discurso que arremetía con golpes al centro del sistema fue uno de sus artilugios, pensados o no. Los votantes blancos se acercaron a las urnas buscando un representante que se aleje del establishment. La favorita de los medios, los artistas y los encuestadores fue derrotada.
Donald Trump supo activar con su lema un electorado que parecía dormido “Haz de América un país grande de nuevo”. Las mujeres conservadoras fueron parte del entusiasmo trumpista, algunos latinos no se inclinaron hacia el voto por el republicano.
El candidato fue elegido por el voto de la ciudadanía. Estados Unidos tendrá el presidente que se merece: un millonario egocéntrico, un hombre que en su campaña no tuvo reparos en criticar a quien se pusiera en su camino.
El mundo tendrá que adaptarse y aceptar al nuevo presidente. Y seguramente, Trump también deberá adaptarse a esta nueva realidad que superó sus propias expectativas.
Desde el país de la maravillas, una latina más.
