Relato de una víctima del terrorismo de Estado Buenos Aires

Ese nene al que la Triple A le quemó la casa… 46 años después

-Nene, nene… levantate hijo…

Eran las 3 de la mañana de esa madrugada de diciembre de 1974.

-Todavía tengo el olor en mi nariz -dice ese nene de 9 años, 46 años después.

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Ese nene es Caver. O Fernando Ares. Tiene una historia que contar. Es la historia de su familia. Otra víctima bahiense de esa organización asesina llamada Triple A. Como el Negrito García, Salvador Trujillo, Watu

Hoy se sigue juzgando en nuestra ciudad a Héctor Ángel Forcelli, Juan Carlos Curzio, Osvaldo Omar Pallero y Raúl Roberto Aceituno, a quienes se acusa de integrar la Triple A y de ser brazo armado del ya fallecido diputado Rodolfo Ponce, titular de la Confederación General del Trabajo (CGT) seccional Bahía Blanca, en aquellos años.

Caver no los olvida…

-Forcelli, el loco Curzio… salían de la sede de la CGT de Mitre y Rodrìguez a reventar gente en los Dodge Polara… todo dirigido por Ponce… Eran parte de la patota de Ponce.

La actividad de la organización paraestatal dejó como saldo la proscripción de los centros de estudiantes, el cierre del comedor universitario, la expulsión de alumnos y cesantías masivas de docentes por razones políticas, entre otros aspectos, además de entre 25 y 40 crímenes en Bahía Blanca y más de 700 en toda la Argentina. Fue el inicio del terrorismo de Estado de los 70, que luego continuó con la dictadura de 1976 que desapareció a 30.000 personas.

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Caver vive en Europa hace más de 30 años. Anduvo por España y recaló en Suiza. Desde ahí cuenta.

-Teníamos una casa hermosa en la avenida Colón al 1.300…

Foto: junto a mamá y papá.

En el terreno había 2 viviendas: la de adelante, de la abuela; y la de atrás, en la que vivía Caver con sus padres.

Esa madrugada de diciembre de 1974, los asesinos volvieron a preguntar por Gugui, el padre de Caver. Había escapado como lo había hecho las 2 veces anteriores. El timbre de advertencia que sonaba en la casa de atrás volvió a funcionar bien.

-Se ve que esa vez se cansaron. No sirvió de mucho lo que le dijeron mi mamá y mi abuela a estos tipos: “No sabemos dónde está, nos abandonó”. Las ataron y las dejaron en el patio. A mi mamá además la amordazaron. Se robaron los sillones, los televisores, las alhajas, las camas… y después quemaron la casa de adelante. Cuando pudo y como pudo, mi mamá me despertó tocándome con su cara. Estaba atada.

-Nene, nene…

La abuela fue a buscar a los vecinos que ayudaron a apagar el incendio.

-Era como una película… las llamas… El olor está en mi ADN.

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Gugui trabajaba en la Dirección de Electricidad de Buenos Aires (DEBA), hoy EDES. Cobraba la luz casa por casa: un trabajo que le encantaba porque le permitía estar en la calle todo el día. Gugui iba a todas las asambleas del Sindicato de Luz y Fuerza.

Foto: el papá de Caver (primero desde la izquierda) junto a Alberto Damico, Dardo Aguirre y Julio Tévez en Teatro para el Hombre con la obra "Los días de Julián Bisbal".

-Mi viejo fue un opositor de decir cosas en una asamblea pero no taaannn opositor. Le gustaba participar y decir todo aquello con lo que no estaba de acuerdo, pero tenía una paz interior tremenda, con una cultura general preciosa. Gran tipo mi viejo. Fue un amante del sindicalismo, de un socialismo moderno y progresista… Militaba en FAS (Frente Antiimperialista por el Socialismo). Admirador de las ideas de Agustín Tosco (*). Yo lo escuchaba hablar de política en la mesa de los domingos con mi abuelo y mi tío. Nunca fue peronista, estaba más cerca de la izquierda. Y en aquellos años el sindicalismo fue cooptado por la derecha. El poder quedó en manos de López Rega y toda una bazofia humana. Estaban esperando a la juventud peronista en Ezeiza para reventarla a tiros…

Caver es una catarata cuando habla de Gugui. No puede parar. Necesita decir todo lo que le quedó atragantado a los 9 años.

-Me quedé callado… Lo del incendio lo guardé en una cajita y no lo superé. Me estoy dando cuenta ahora -dice hoy.

La casa de Colón fue a remate. La abuela tuvo tanto miedo que la vendió como pudo.

-Se dieron vuelta algunas familias amigas… y hasta hubo tensiones en la propia familia. Había miedo… y la verdad que era lógico.

Así y todo tiene buenos recuerdos...

-Menos mal que todavía me queda gente de la época de mi viejo. Como el Chino Hugo en Italia o el Turco Salomón en Bahía o mi queridísimo tío Pelusa Ares en Mar del Plata... gente que amo.

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La casa de avenida Colón dejó de ser su casa. Partieron a una de Villa Mitre y más tarde a una de O`Higgins al 600, a pasos del club Estudiantes. Tuvo que cambiar de escuela, casi todo para un chico de 9 años. De aquella de barrio a una del centro. Y entonces Estudiantes se transformó en su refugio. Ahí fue un buen jugador de inferiores: llegó a las selecciones de Bahía y Provincia. Admiró a Alberto Pedro Cabrera e hizo casi todos los amigos que aún perduran. Y tanto quiso y quiere al básquet que le hizo un rap con la colaboración de estrellas como Montenegro, Espil, Richotti, Pepe Sánchez, Montecchia, Pancho Jasen… y hasta el mismo Manu Ginóbili. Ah… porque Caver también es artista: pinta y hace música.

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En el medio de la charla con Caver, que lleva más de 60 días de idas y vueltas de Whatsapp, murió Maradona. Y pidió decir algo.

-Por suerte lo vi jugar en la Bombonera, en Bahía Blanca y en España… Un recuerdo sublime.

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Un día partió de la Argentina. Se fue a Europa. Se hizo un poco trotamundo. Dice que el 9 se le aparecía en todos lados.

-Caver 9, Caver 9, Caver 9… siempre presente -repite.

Está en el proceso de aceptar a ambos. A Caver, un apodo que viene de Cavernario y que le pusieron cuando era chico en esas típicas y un poco crueles bromas de infancia, ya lo incorporó con ganas cuando se acortó… Y el 9 está en marcha. Caver lo adjudica a esos 9 años en los que su vida cambió demasiado. O se la cambiaron.

-Empezamos a vivir como podíamos. Mi papá fue despedido del trabajo en 1976, viajaba… mi mamá limpiaba casas… imaginate que vivíamos en una casa hermosa en la calle Colón, mi papá tenía un buen sueldo, nos íbamos de vacaciones… y después todo eso… ¿no?

En Suiza empezó a pintar. Pintó su casa de avenida Colón. Con las llamas y todo. Y siempre dibujaba nueves. Con distintas terapias empezó a explicarse todo eso de los nueves. Lo puso en palabras… y en los lienzos. Tanto que hasta hizo una exposición: “Cenizas”. Y mostró algunos de esos nueves.

-Lo que pasó es traumático para cualquier pibe del mundo… pero está resurgiendo ese pibe que venía bárbaro y cortaron al medio.

Da por finalizado su relato y se queda con una frase que siempre le decía su papá.

-Se vive y se muere por una idea.

 

 

M.P.

(*) Agustín Tosco fue un dirigente sindical del gremio de Luz y Fuerza. Fue un líder del movimiento sindical de los 60 y 70 en la Argentina y uno de los ideólogos del Cordobazo, un alzamiento popular en contra de la dictadura de Onganía. Murió en noviembre de 1975 a los 45 años por una encefalitis bacteriana. A su sepelio concurrieron más de 20.000 personas.