Por Fernando Cárdenas EFE937

El final del sueño

En agosto de 1990 Soda Stereo editó Canción Animal, el disco que cambió la carrera de la banda para siempre. La obra que significó una rotunda transformación en el sonido y la estética del grupo. El disco, que se transformaría casi instantáneamente en uno de los más importantes del rock argentino, con el que tomaron la masividad por asalto. Dos años más tarde, en la primavera de 1992, la salida de Dynamo fue un salto hacia adelante, una manera de desmarcarse de la fórmula del éxito seguro apelando al shoegaze, a las guitarras etéreas y a canciones que, en su mayoría, no tenían estribillo. Para Sueño Stereo, el séptimo y último trabajo de estudio que llegó a las disquerías el 29 de junio de 1995, el trío integrado por Gustavo Cerati, Charly Alberti y Zeta Bosio se guardó el movimiento menos esperado: asumirse como clásico.

Grabado en Supersonico y en los estudios Matrix de Gran Bretaña, Sueño Stereo, a diferencia de sus predecesores, tiene un sonido más limpio, en el que conviven con naturalidad guitarra, bajo y batería con el cuarteto de cuerdas y las programaciones. En las doce canciones que integran la placa, separadas en cuatro programas, Soda se despoja del ruido para abrazar una elegancia clean, ahí están Disco Eterno, Angel Electrico, Efecto Doppler y su guiño al All my Colours de Echo & The Bunnymen para demostrarlo. Un álbum que reafirma la estirpe pop de la banda más popular de Latinoamérica.

Tras un largo parate que sirvió para descomprimir el cansancio de los años en la ruta y el desgaste de las relaciones, Soda volvió para despedirse, para empezar a bajarle el telón a más de una década de carrera. El grupo que hizo de la mutación y evolución sonora sus principales motores, encontró en su último registro de estudio la forma de sintetizar trece años de trayectoria, arrojando como resultado un álbum que ellos mismos definieron como auto referencial. Una forma de cerrar el círculo. Después de Sueño Stereo, después de abrir a Soda Stereo, ahora sí, nada más queda.

Fernando Cárdenas