EL MUNDO DE LOS INSTRUMENTOS

El Dulcián

El dulcián o  bajón es el instrumento antecesor directo del fagot actual. Es un instrumento de doble caña o lengüeta, compuesto por un doble taladro que se une por la parte baja del instrumento, describiendo una V. De esta forma, se dobla sobre sí mismo y consigue en el mismo espacio el doble de longitud, y esta es la razón por la que siendo relativamente corto consiga sonidos tan graves.

De los instrumentos de viento del renacimiento, el bajón es el más importante, ya que constituía una parte esencial en las Capillas de Música de las Catedrales y grandes Iglesias, colaborando con el bajo. Tanto es así que el ministril que tañía bajón podía ser considerado como un cantor más de la capilla a efectos de salarios. El instrumento surge a mediados del siglo XVI, como evolución de las chirimías bajas, instrumentos inmanejables debido a su gran tamaño. El bajón era indispensable y tenía la tarea tanto de acompañar el canto llano como el canto de órgano en ocasiones sustituyendo totalmente a la voz del bajo debido a la falta de cantores con este registro. Al igual que todos los instrumentos de la época, rápidamente se construye toda la familia de tamaños, denominándose a los más pequeños bajoncillos o bajoncitos, instrumentos que cubrían tesituras de tenor, alto y tiple, y que tuvieron mucho éxito en el siglo XVII, donde son usados en gran cantidad de composiciones como coros independientes en la música policoral de esta época. El bajón perduró sin grandes modificaciones hasta poco antes del siglo XX, siempre ligado a la capilla de música de instituciones catedralicias, donde llegó a convivir incluso con su sucesor, el fagot.

El bajón también fue un instrumento utilizado como solista, sobre todo por los compositores ligados a la escuela veneciana de finales del XVI y principios del XVII.

Escuchemos entonces de Francesco Rognoni Pulchra est anima mea por Giulia Genini en dulcián y Michele Pasotti en tiorba.

Producción: Carlos Díaz Rocca