por carlos ares rusia 2018

Cuaderno de Bitácora - Día 9

Rusia, 2018.

Día 9.

Hoy, de fútbol, nada. Todavía no me recuperé. Aparte, me pone de mal humor la onda festiva en las calles con hinchas de todo el mundo en ocasión del Mundial. Se vuelven "buenos" , "amables" , condescendientes. Te consuelan si el equipo no anduvo bien. No estoy acostumbrado a eso. Yo no quiero hablar ni que me hablen . Pero se sienten obligados a decir algo. " Oye, que lastima lo de Argentina", "sentí pena por ustedes y por Messi cuando falló el penal", "ya se van a recuperar", "ahora que México le ganó a Alemania nos gustaría encontrarnos, ojalá lleguen a las semifinales" .

Sonrío y agradezco como si me dieran el pésame. Si supieran lo que pienso no me volverían a dirigir la palabra.
Como no puedo cambiarle la cabeza a Sampaoli, voy a cambiar de asunto a tratar así me olvido de lo qué pasó.
Tengo pendiente responder a pedidos y mensajes de cientos de lectores de esta columna. La mayoría, calculo que por razones de edad y de género, me pide opinión sobre las mujeres rusas. Inclusive, unos cuantos muchachos, se han reunido en un grupo de guasap para intercambiar material , fotos y vídeos, con el único fin de mantener el tema al palo.

Se reconocen por el hashtag " #toome " , que resulta de la síntesis entre las dos consignas que los convocan: 1) quiero enganchar algo y, 2) que hay de tomar para mí.
Con la autoridad en la materia que se me reconoce y después de más de una semana en doble turno dedicada a observar, medir, calificar, comparar y recoger todo tipo de evidencias, en las calles, subtes y boliches del conurbano de Moscú y en los circuitos turísticos alrededor del Bolshoi,la Plaza Roja, el Kremlin, el mausoleo de Lenin y en el interior de la catedral de San Basilio, puedo ya acercarles una mirada bastante objetiva.
Antes deben saber que yo, como todos, venía formateado por una cantidad de frases hechas, del tipo "dicen que están buenísimas" , "infernales" , "parecen modelos" , "son todas como Sharapova" que dieron consistencia al prejuicio.

Pues bien, aquí va. Señores, el mito es falso. Las rusas están más o menos. ¿Hay buenas? Si, como en todos lados. ¿Altas, rubias, de piernas largas? También ¿Cantidad? No. Menos de un treinta por ciento superan los siete puntos. Hay un diez, cada tanto , y nueve y ocho, pero también mucho seis, cinco y hasta cuatro. El promedio se mantiene entre seis y siete puntos. Ponele un 6,75 si queres ser generoso.
Basado en esta comprobación in situ, creo que la instalación de la fantasía sobre las mujeres rusas en el imaginario occidental ha sido el resultado de una estrategia planificada por la KGB durante la guerra caliente, el lado subrepticio y menos conocido de la fría.

¿Con qué propósito se preguntarán ustedes? Con el de descalificar, desacreditar , desmoralizar, desvalorizar la belleza natural que brota en Occidente, casi sin que se necesiten cremas, maquillajes o cuidados especiales. El propósito último de la aviesa campaña fue el de rebajar la autoestima de ellas y hacerlas caer en el abandono de su reconocida actitud gauchita para, por extensión, desanimar a los hombres de ir a la guerra y aprovecharse así de su debilidad por el sexo opuesto.

Debo dejar constancia aquí que los dos compañeros de ruta, "caviar" Romero y "borsch" Urtasun, no están de acuerdo. Como corresponde a un espíritu comunista y liberal, antes de dar a conocer los resultados de mi investigación decidí abrir el debate con ellos mientras viajábamos en el subte. Aunque no me parecen gente demasiado experta en un tema tan delicado, los escuche con mi mejor predisposición y buena voluntad. No me sorprendió comprobar que disentían. Para colmo, camino a la cancha subió una horda de hinchas argentinos que se incorporaron a la discusión y, casi sin pensarlo, coincidieron con ellos.

Enseguida note que, probablemente a causa del idioma, llevaban varios días sin siquiera poder hablar con una rusa. La excitación les impedía pensar y expresarse con cierta coherencia. Uno de ellos llego a decirme "las de acá dan más bola". Un argumento a todas luces contradictorio. Sostuve mi tesis contra esa mayoría de fanáticos. Les recordé a las morochas porteñas, a las rosarinas, recorrí toda la geografía del país. Luego expuse sobre las bondades de las caribeñas y cerré el alegato con una pregunta incontestable, demoledora. ¿Acaso estos rusos tienen un concurso como el de mis Bum Bum en Brasil? La respuesta era obvia. No tienen porque acá no hay buenos Bum Bum.
De todos modos fue útil conversar con ellos. Los viajes en subte son largos.