ENTREVISTA

ALEJANDRO MIHOVILOVIC, entre la química y las cenizas.

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Lleva los nombres de un abuelo, aquel español que fue primero subcomisario, luego comerciante, y mas tarde ganadero en el norte fueguino.

Y también se llama Juan, por el Ivan que llegó de la Croacia y en su hijo encontró el germen de trabajo y solidaridad por lo que se lo recuerda en este sur.

Su madre fue la más bella, Reina del Trabajo, y con el tiempo una infatigable y dinámica peluquera en el coqueto Río Grande de los sesenta y los setenta.

Alejandro emigró con una cuota de dolor que el tiempo convirtió en nostalgia. En Córdoba es un empresario que fabrica productos de limpieza.

Pero si bien la vida que atraviesa lo muestra en el tiempo de los nietos no se ha contagiado de la tonada del lugar, y a su modo nos extraña.

Promete volver, con las cenizas de la madre y de un hermano, para que encuentren en esta Isla Grande el descanso que los una a los restantes eslabones de su vida.

Y mientras tanto piensa, prende su pipa.., y piensa esperanzado…