La semana había estado caldeada con declaraciones en contra del racismo por parte de los jugadores ingleses y con negaciones por parte de los organismos búlgaros de que fuera a haber algún problema durante el encuentro. Pues vaya si lo hubo. En el estadio se pudieron escuchar cánticos racistas que hicieron que el árbitro detuviera el partido durante un buen rato e incluso amenazara con suspender el partido. 

Tras unos minutos, el colegiado croata Ivan Bebek reanudó el encuentro y dejó que Inglaterra cerrara el duelo en la primera mitad. No obstante, volvió a parar el duelo tras el 3-0 de Barkley por nuevos cánticos racistas. Al final, la primera mitad terminó con otro nuevo tanto de Sterling y obligó a las autoridades a echar a todos aquellos aficionados culpables de racismo.

Al final, la segunda parte terminó sin ningún incidente más. Inglaterra pudo acabar anotando un par de tantos más. Tras el duelo, Southgate se mostró muy cabreado por la actitud de los búlgaros. El racismo sigue siendo una lacra a erradicar en el mundo del fútbol.