ENTREVISTA EXCLUSIVA DE RADIO NACIONAL

Noel de Castro: la primera argentina elegida para ser candidata a astronauta

La ingeniera biomédica tiene 26 años y es la primera argentina convocada por la NASA para el proyecto PoSSUM que estudia la dinámica de la atmósfera superior y su papel en el clima global.

Fue elegida por el organismo estadounidense juntos a otros nueve graduados de otros países.

"Me cayó el peso de la responsabilidad pero también una alegría enorme", aseguró en una entrevista con Radio Nacional, y afirmó que con su elección se abrió "una puerta histórica" para el país.

  1. ¿Cuándo y cómo nació tu sueño de ser astronauta?

Desde muy chica sentía fascinación por el cielo, por el universo y por todo lo que no entendía. Pero fue recién en la universidad, mientras estudiaba Ingeniería Biomédica, que entendí que ese sueño podía tener un camino real. Vi que podía combinar mi pasión por el cuerpo humano con la exploración espacial, y ahí empezó a tomar forma concreta la idea de ser astronauta. Fue como encontrar mi propósito.

  1. ¿Qué sentiste al enterarte de tu selección como aspirante?

Una mezcla de emoción, nervios y una sensación muy fuerte de “esto es real, se viene algo enorme”. No solo para mí, sino para todo el país. Sentí que estábamos abriendo una puerta histórica y que quizás todavía no estamos dimensionando lo que significa. Es algo que va a inspirar a generaciones enteras. Me cayó el peso de la responsabilidad, pero también una alegría enorme. Como si todo lo vivido hasta ahora cobrara sentido.

  1. ¿Qué desafíos personales tuviste que superar para llegar a este punto?

Muchísimos. Desde dejar mi país, mi familia y amigos, hasta enfrentarme a la soledad, la incertidumbre económica, el idioma y el esfuerzo físico y mental de formarme a este nivel. Hubo momentos muy duros. Pero siempre me mantuvo en pie la certeza de que este camino tiene sentido.

  1. ¿Qué estudios y entrenamientos considerás claves para prepararte para el espacio?

La formación técnica es clave: mi carrera como ingeniera biomédica me dio una base fuerte, y ahora con la Maestría en Ingeniería Aeroespacial me estoy especializando más en sistemas de soporte vital, que es mi área de interés. Pero también es fundamental el entrenamiento físico (aviación, buceo, paracaidismo, microgravedad) y aprender a trabajar en equipo en situaciones extremas. La preparación es integral: cuerpo y mente.

  1. ¿Qué significa para vos ser la primera aspirante argentina en este programa?

Es un honor inmenso y también una gran responsabilidad. Ser la primera abre una puerta, pero también marca un compromiso. Quiero que este camino no termine en mí, sino que sea el comienzo de muchas más trayectorias argentinas en el espacio.

  1. ¿Qué mensaje le darías a las niñas y jóvenes que sueñan con carreras STEM?

Que los sueños grandes no son imposibles si se trabajan con perseverancia. No tienen que esperar a que alguien les dé permiso para soñar. La ciencia y la tecnología necesitan de sus voces, de sus ideas, de su sensibilidad. Lo que hoy parece lejano, mañana puede ser su realidad.

  1. ¿Qué importancia tiene para vos representar a Argentina en un programa internacional?

Representar a mi país en el exterior es un orgullo inmenso. Es llevar nuestra historia, nuestros valores, nuestra capacidad y nuestros sueños a otro nivel. Es mostrar que en Argentina también hay talento, ciencia y compromiso para estar en la industria espacial.

  1. ¿Cómo ves el desarrollo del sector espacial en Argentina?

Argentina tiene un recorrido muy sólido en materia espacial, con décadas de trabajo sostenido. Tenemos capacidades que muchos no conocen: desde el diseño y construcción de satélites hasta el desarrollo de vehículos lanzadores. Es un sector que ha sabido mantenerse y crecer incluso con vaivenes económicos. Creo que hoy hay una oportunidad real de consolidarlo como una política de Estado y como motor de desarrollo tecnológico e industrial.

  1. ¿Qué rol pensás que tiene o puede tener la industria argentina en el ecosistema espacial global?

Argentina puede ser un actor relevante, sobre todo en nichos muy específicos: satélites de observación, componentes de misión, servicios de lanzamiento regional. Hay talento, hay experiencia, y se está trabajando en posicionar esos productos y servicios en mercados internacionales. Creo que la clave es fortalecer la articulación público-privada, sumar innovación, y animarnos a ofrecer nuestras capacidades al mundo.

  1. En tus interacciones, ¿qué percepción encontrás sobre la capacidad tecnológica argentina?

Hay mucha sorpresa cuando la gente conoce el nivel de desarrollo que tenemos. En general, afuera hay respeto por la ingeniería argentina, pero falta visibilidad. Contar con satélites propios, estaciones de control y proyectos de lanzadores genera admiración. Creo que todavía tenemos el desafío de hacer más conocido ese trabajo, de mostrar que en Argentina se pueden hacer cosas de altísima complejidad tecnológica.

La empresa VENG, por ejemplo, es un actor clave. Articula ciencia, ingeniería y política espacial. Sin ese tipo de instituciones, es muy difícil sostener proyectos tan ambiciosos y a largo plazo. Y además, generan empleo calificado y capacidades estratégicas.

  1. ¿Qué destacarías del sistema aeroespacial argentino?

Creo que para los que soñamos con ir al espacio, saber que Argentina tiene un ecosistema espacial consolidado nos genera más seguridad en el camino. Desarrollamos tecnología desde hace años. Tener un lanzador propio te da soberanía en el acceso al espacio, algo que muy pocos países tienen. Y la producción satelital argentina, con misiones como SAOCOM o ARSAT, es de altísimo nivel.

Destaco también la capacidad de formar ingenieros y técnicos que puedan llevar adelante estas misiones. En un mundo donde el acceso al espacio define muchas ventajas competitivas, tener una empresa como VENG, con tecnología probada, nos abre la puerta para generar soberanía tecnológica.

  1. ¿Qué valor tiene para vos la colaboración con agencias y programas internacionales?

Es esencial. El espacio es un campo de cooperación por excelencia. Nadie llega solo. Colaborar con otras agencias no solo permite acceder a tecnologías de punta, sino también compartir buenas prácticas, experiencias y valores. Para mí, ser parte de esa red global es una oportunidad de aprendizaje y de crecimiento para todos.

  1. ¿Qué ventajas ves en sumar capacidades locales al trabajo con otras agencias espaciales?

Cada país tiene algo único para aportar. Argentina tiene talento, creatividad, y resiliencia. Si sumamos eso a la experiencia y recursos de otras agencias, se generan sinergias muy potentes. Además, es una forma de posicionar nuestras capacidades y abrir oportunidades concretas para investigadores, técnicos y empresas.

  1. ¿Cómo puede Argentina aprovechar mejor esas oportunidades globales?

Creo que necesitamos una estrategia clara de internacionalización, con respaldo político e institucional. Participar en ferias, firmar acuerdos, fomentar la formación de recursos humanos en el exterior, y facilitar la exportación de servicios tecnológicos. Tenemos que dejar de pensar que somos chicos: somos capaces y podemos estar en las grandes misiones si lo creemos y lo gestionamos bien.

  1. ¿Cuál sería tu misión ideal como astronauta?

Me gustaría ser parte de una misión científica donde pueda aportar mis conocimientos como ingeniera biomédica. Investigar cómo se adapta el cuerpo humano al espacio, cómo mejorar los sistemas de soporte vital y contribuir a que vivamos más seguros allá arriba. Pero también me gustaría que esa misión tenga una dimensión educativa: compartirla con niños y niñas, inspirar, devolver lo aprendido.

  1. ¿Qué te gustaría que pase en Argentina en los próximos años para que más jóvenes puedan seguir tu camino?

Me encantaría que se consolide un programa nacional de astronautas, que haya más becas para estudiar carreras aeroespaciales, que se promueva el inglés desde chicos, y que se creen espacios donde se conecten ciencia, educación y vocación. Que nadie sienta que soñar con el espacio es un privilegio de otros países. Ese es el futuro que quiero ver.