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Salamancas y caminos presenta: “Manuel Antonio Ramírez, el poeta secreto de Misiones”

Uno de los problemas de nuestra Argentina, tal vez, el gran problema, radique en que el argentino no conoce profundamente la cultura argentina.

Es tan fuerte la colonización cultural que notables intelectuales nacionales, ignoran las obras de, por ejemplo, poetas como Edgar Morisoli, pampeano; del riojano, Héctor David Gatica; del jacobacino (de Ingeniero Jacobacci, Río Negro) Elías Chucair y de tantos otros juglares de las diversas Argentinas que, por supuesto, la cultura oficial, y sus aduaneros desconocen.

Y el cielo cae de boca sobre el muñón de monte./ Orfandad de pájaros deslumbrada en el suelo/ Árbol./ ¡Árbol!/ La garganta del viento por los cerros

Por eso es importante rescatar las obras de estos poetas, no sólo por ellos, sino también por la cultura de su pueblo que recuperamos en sus voces.

Manuel Antonio Ramírez, el poeta misionero, culturalmente considerado, un poeta secreto, es una voz clave para comprender, con hondura, la identidad de Misiones

La sangre se va en lapachos hacia las nubes redondas… Cada palabra en el agua besando ribera atónita, quedaba ardiendo la selva, cada palabra sonora…

Y de pronto azul voluptuosos de amadas; / umbrío arroyo por el aire candente; / amplio frescor de bosque hilvanado de alas y gozoso de lluvias; piel de hembra sobre el oído cárdena del fuego: guarania”

Algunos sostienen que Manuel Antonio Ramírez nació en Buenos Aires en 1911, aunque otros aseguran que nació en Posadas, sin embargo, lo que nadie discute es que su voz es absolutamente misionera:

Estremecidas de un mal eco/ Caliginosas hondonadas sudan su letargo de selva/ y silenciosos árboles elevan/ centinelas de sombra en la penumbra.

La poética de Manuel Antonio Ramírez está hecha del alma y del cuerpo de Misiones: del color de su Tierra.

“Y la Tierra enrojece con rabia de alacranes/ bajo el sexo de absortas lagartijas”

de los manifiestos de sus ríos,

“Tu sabor a madera y a barro/ tu gusto a monte húmedo/
Alfombra de helechos/ con un pájaro insomne en el aire/
Se revuelca a lo largo de leguas brutales”

De la cultura de la siesta

“Amarillo silencio como un cubo de aceite/ queda grande la casa cuando los otros duermen”

De la presencia cultural de los antiguos,

Y otra gran voz en la noche se irguió, raza de jaguar/ Acaudillando alaridos en salvaje vendaval/ Por marañas y barrancos / sobre la vasta heredad

Del aporte de los inmigrantes,

La polca es un verde río que cruza una tierra en llamas,/ Un árbol de trinos dulces/ con las raíces amargas.

“Está esperando el alma de todos los paisajes, hermanos ciegos de tanto andar opaco”

Sólo 35 años le hicieron falta al poeta Manuel Antonio Ramírez, para ganarse el pan del para siempre,

“Sed de belleza por la vida/ que se está dando si saber que existo…”

el asesinato que apagara su vida en 1946, no consiguió detener el cauce de sus versos, donde la Misiones profunda se desata

Se despiertan y caminan los gigantes de la calle,
Crecen la selva y el río./ Se agolpan en la garganta/ Negro cerro de angustia el sapucai nos arranca.

Además de poeta, Manuel Antonio Ramírez, fue periodista, colaboró en el diario El Territorio y en el periódico El Imparcial, y militante político,

El Comandante Andresito iba en rudo batallar/ Sobre las rocas salvajes barranca del Paraná

Fue uno de los primeros adherentes misioneros al peronismo

De un recio pecho aborigen partido por la mitad/ Nació clamando venganza/ La flor del Caraguatá.

Aunque donde realmente, Manuel Antonio Ramírez trascendió fue en la poesía. Allí, compartió trabajos con otros protagonistas de la palabra misionera. Junto a César Arbó y Juan Enrique Acuña, Ramírez elaboró el poemario Triángulo, publicado en 1936 y que es considerado como una de las mayores obras de la literatura provincial.

“Mucha inquietud medita por hallar la expresión de algo que encierra lo más bello, vislumbrado a veces con espanto de imposible (es como una voz, una mano, una mirada, despidiéndose para siempre) Mi anhelo apartando pedazos de prisión: ¡No ven cómo traicionan las palabras!”

Virgen de bronce gozando las esmeraldas del agua.
La polca llena la noche con serpientes encaramadas
Que caminan por la sangre destrenzando puras ansias.
Delira en la aguda polca la espesa miel de la guarania;

Por diversas razones, la obra de, poeta misionero, Manuel Antonio Ramírez, fue silenciada, de hecho es muy difícil tener acceso a ella.

“Sintiéndose inalcanzable/ en los siglos del espacio/
Toda sucia de poetas/ iba la luna rodando/
Le dijimos tantas cosas/ y ella sin hacernos caso
Daba una noche de luz/ por una selva de cantos

Curiosamente, sus versos se hallan en cartas, artículos periodísticos de la época y en la memoria de Doña Marta Lilí Galantini, más conocida como “Pepa”, de 86 años, y pese a esta edad conserva una lucidez y memoria prodigiosa, tanto es así que transcribió sin errores en un cuadernito el poema que sabe de memoria

“A la ciudad de San Juan”, que en 1944, Manuel Antonio Ramírez escribiera en homenaje a las víctimas del terremoto ocurrido en esa provincia

Locución: S. M. Tovarich - Guillermo Cháves
Idea y Guión: Pedro Patzer
Edición Artística: Fernando Salvatori
Producción: Fabiana Álvarez – Alejandro Carosella
Actor Invitado: Oscar Naya
Dirección Artística: Marcelo Simón