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Salamancas y caminos presenta: “Hombre de campo, corazón de tapera”

¿Qué mapa puede brindar la geografía exacta de un campo desnudo en el recuerdo de un puestero? ¿Qué GPS consigue indicar el camino que el arriero desandaba en las noches sin lunas? ¿Qué diccionario alcanza a definir el alba como claridad que lo hace el silencio del tambero?

Los ecos de los oficios perdidos retumban en la cultura popular, cultura que no es otra cosa que la biografía de sus hombres y mujeres

Hay hombres de campo que tienen corazón de tapera

Hombre de campo, mirada de molino viejo, manos aradas por las ausencias

Las manos del hombre de campo son como flores silvestres y frutas maduras que obsequia el árbol de la resistencia

Las manos del hombre de campo son himnos de los lentos países de parajes, manos que le quitan la penitencia del alambre al horizonte, aunque ellas hayan sido alambradoras.

Un habitante de un paraje como el bonaerense “El Tejar”, al que sólo le quedan cinco pobladores, aprende la matemática del olvido: sumar fantasmas de lo ausente, restarle voces al silencio, multiplicar elegías, lamentos por lo perdido

Los hombres de campo son hijos de don Segundo Sombra, hijos de la huella, ellos son lo que hacen, ellos son lo que trabajan

El hombre de campo siempre fue aquel chico que nació en el campo

La niñez en el campo estudia las sacrificadas lecciones del lucero, el cero se aprende en la olla vacía, el verbo, en la acción de levantar el alambrado caído; sus mejores profesoras de geografía: la sequía y la inundación. El escaso jornal le imparte la clases magistrales de historia y ciencias políticas; la tapera la ilustra en catequesis, en el silencio de Dios, las clases de instrucción cívica las adquiere cargando bolsas hasta la estación de tren

¿Quién recuperará el diálogo del antiguo sembrador con el maíz, los puntos suspensivos que el pocero le ponía a la inmensa llanura?

En las manos de la mujer de campo se resumen la historia de los oficios, la historias de las cautivas, las historias de las machis y curanderas, las manos de la mujer de campo heredan la sabiduría de la Pachamama y la rusticidad de la civilización

Campesina de “una pieza”/ hasta ordenar un galpón,/ y a la par del mejor peón/ levanta bolsas que pesan;/ no tiene delicadeza/ si hay que entrar en el chiquero;/con práctica de un campero/ si la ocasión se presenta,/ ata un sulqui… y desenvuelta/ sabe estaquear cualquier cuero.

Hoy le canto a la mujer/ que en rudezas campesinas/ pasa una vida, sin finas/ costumbres de pretender,/ aquella, que con placer/ una vaca, va a ordeñar,/ pudiendo fácil manear/ llenando el balde lechero…/ y luchándolo al ternero/ que no quiere cabrestear.

Locución: S. M. Tovarich
Idea y Guión: Pedro Patzer
Edición Artística: Fernando Salvatori
Producción: Fabiana Álvarez – Alejandro Carosella
Actor Invitado: Oscar Naya
Dirección Artística: Marcelo Simón