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Salamancas y caminos presenta: “Antonio Esteban Agüero, traductor de pájaros, intérprete de la voz humana”

Los ornitólogos, los científicos que se dedican a estudiar las aves, jamás alcanzarán lo que Antonio Esteban Agüero consigue en su Poesía: ver el alma de los pájaros! “Detrás he dejado los pueblos que me siguen,/ejército de alondras,/ la división blindada de los cóndores,/ las águilas que saben del sabor de la piedra,/ calandrias,/ chalchaleros,/ chiriguas mañaneras,/ los secretos lechuzos que me pasan/ la información del día y de la noche”

Un poeta como el sanluiseño Agüero tiene la capacidad de enseñarnos las otras jerarquías de la vida, los otros escalafones de la existencia, por ejemplo, la de señalarnos la posibilidad que un hombre tiene de ser Capitán de pájaros o traductor de pájaros: “Él traducía libros/ yo traducía pájaros/ y él leía poemas con su nombre, reportajes en francés, o ruso, o inglés, o italiano,...y yo leía la vida/ en mirada de niño,/ en sexo de mujer, / en corazón de anciano,/ lo mismo que en un libro y traducía pájaros” Sin embargo, Antonio Esteban Agüero, comprende que luego de traducir el misterioso canto de los pájaros, debe componer canciones para la voz humana: “De nuevo/ nuevamente,/como hace tres mil años,/hablemos la lengua que comprendan/ el corazón y los nervios humanos,/el idioma secreto de la vida, donde cada vocablo tiene olor/y calor/y sabor/ como las frutas en verano”

Las canciones de Agüero explican el para qué de las máquinas: “Las máquinas existen para que el mundo sea/ las estrellas de hermosura/ que los antiguos dicen./ Y la unidad se cumpla/ y la paz se realice./Las máquinas existen/para que un día Lázaro/ otra vez resucite ...” Sus canciones nos obligan a preguntarnos: ¿de qué está hecha la voz humana, cuántos siglos tiene, cuántas tempestades, guerras y cantos cobija?: “¿Por qué no cantar en el idioma humano,/ tan lleno de músicas antiguas,/ por mareas de sangre circulado,/ difícil y diverso,/ mutable y extraño,/ para que el obrero/ comprenda nuestra canto...?”

Agüero hasta crea canciones para comer uvas: “Con un hambre de bestia primitiva,/lleno de flores en la sangre oscura,/ y una sed animal por la garganta, y como las uvas.”

Porque Antonio Esteban Agüero nos propone la canción como templo de la sencillez, como arma provinciana de provenir, como hija del espíritu y la garganta humana, tal vez el gran mensaje del poeta de Piedra Blanca sea que para ser un hombre libre, para decir el amor, para saludar al sol, para andar la vida es necesario habitar todo eso que llamamos canción: “Qué lindo es ser,/por veces,/ un corazón que canta”

Agüero es un predicador del decir, un militante de la voz que concibe al decir. Él intuye que las cosas existen dos veces: por ser y por ser dichas. Así Agüero se propone traducir poéticamente su infancia cuyana, y sacar del anonimato a hombres y mujeres de su tierra como por ejemplo, la hija del cacique Koslay, la princesa Arosena Koslay , bautizada como Juana Juana Koslay: “Juana Koslay, Juana Koslay, ¡oh, Madre! Nada guarda tu nombre, ni siquiera plaza civil, o silenciosa calle, o troquel de medalla o de moneda, o fuente comunal o flor de bronce en San Luis del Venado y de las Sierras. Pero yo, tu hijo, tu memoria canto, y hago el verso corazón de piedra. Juana Koslay, Juana Koslay, ¡oh, Madre! Para que nunca en los puntanos muera”

Antonio Esteban Agüero dice los oficios comarcanos y los ilustres desconocidos que los ejercen, por ejemplo los carpinteros de pueblo: “Yo saludo la sombra campesina/ de nativos y honrados Carpinteros/Mauricio Barreda, Juan Orozco, Pablo Aguilera, Sebastián Moreno, Dolores Luna, Sinibaldo Funes, Crisanto Núñez, Juan Daniel Romero”
Agüero y sus “Digo”, mapas humanos de querencias, censos poéticos de los hombres y mujeres de las pequeñas patrias. Y una de las pequeñas patrias es la tonada

¿Cómo Antonio Esteban Agüero no iba a decir la tonada sanluiseña: “El idioma nos vino con las naves,/ sobre arcabuces y metal de espada,/ cabalgando la muerte y destruyendo/ la memoria y el quipo del Amauta;/ fue contienda también la del Idioma,/ dura guerra también, sorda batalla,/ entre un bando de oscuros ruiseñores/ con su pico de sierpe acorazada/ y zorzales y tímidas bumbunas/ que la voz y la sangre circulaban/ del abuelo diaguita o michilingue/ con persistencia de remota llama”

¿Cómo Antonio Esteban Agüero no iba a decir el mate?: “De Guarania nos vino con la Yerba/ que resume fragancias tropicales,/ y ese barro de América que un día/ vio que llegaban sigilosas naves,/ con cadenas, y perros, y arcabuces, /y duras voces vulnerado el aire;/ Verde Yerba de América, divina/ como todas las cosas naturales”

¿Cómo Antonio Esteban Agüero no iba a decir la guitarra?: “Hoy les ruego silencio;/ simplemente/hoy les pido silencio, porque debo/ en esta noche celebrar guitarras./ Nada más que guitarras./ La primera será la de don Mauro,/ - allá por los verdes de la infancia -/
don Mauro de múltiples oficios;/ habitualmente carpintero, a veces/ perseguidor de pumas, cazador de quirquinchos y vizcachas,/ o sacristán, por veces, en el coro/ de las capillas serranas;/yo dormía en su poncho, duro poncho,/ - suave de manos de mujer puntana -/ escuchando brotar de las bordonas/ pañuelos, pañuelos, y pañuelos/ con pétalos de zamba”

Los “Digo” de Antonio Esteban Agüero, abrazan el mundo de la cultura popular, son gestos de memoria, son versos de resistencia cultural, Agüero consiguió con ellos algo que todo poeta popular desea: que su poesía sea recordada en el sabor argentino de la mazamorra: “La mazamorra, ¿sabes?, es el pan de los pobres, / la leche de las madres con los senos vacíos, / -yo le beso las manos al Inca Viracocha / porque inventó el Maíz y enseñó su cultivo-. Sobre una artesa viene para unir la familia, / saludada por viejos, festejada por niños, / allá donde las cabras remontan el silencio / y el hambre es una nube con las alas de trigo”

Locución: S. M. Tovarich
Idea y Guión: Pedro Patzer
Edición Artística: Fernando Salvatori
Producción: Fabiana Álvarez – Alejandro Carosella
Actor Invitado: Oscar Naya
Dirección Artística: Marcelo Simón