COLUMNA DE OPINIÓN

No es lo mismo sexo que sexualidad: educación Sexual en las escuelas

Cuando se conversa de esto en ámbitos familiares, entre amigos y/o conocidos, suele quedar expuesta la confusión. Acudiendo a los apuntes de siempre (Hay cosas que no cambian más allá de los años y las modas), sexo es, además de genitalidad y coito, la diferenciación de los humanos en macho y hembra; masculino y femenino. Punto.

 

Sexualidad tiene un concepto más amplio: además de lo anatómico y fisiológico, abarca psicología y sentimientos. Y los sentimientos juegan un rol primordial; a partir de ellos se abre la puerta para que se dé lo demás. Tras el impacto del conocimiento nace la atracción; nace la columna que apuntalará el afecto y, si hay fortuna, el amor.

 

El amor es respeto, confianza, amistad, solidaridad para consolar, sonrisas para festejar, lealtad, proyectos, sueños, admiración mutua y más porque las definiciones son personales en absoluto.

 

Quiero hacer hincapié en el respeto que es la consideración por la otra persona y, cuando falta, hay víctimas que, en muchos casos, no se han respetado a sí mismas. Si el respeto nace de uno para con uno serán inaceptables maltratos físicos o psicológicos.

 

La falta de respeto, entonces, está muy ligada a un flagelo imparable: el de la Violencia de Género sean las víctimas mujeres u hombres. Sí; los hombres también son víctimas de la violencia de género. Lo sabemos. Un relevamiento de la UADE (Universidad Argentina de la Empresa), arrojó que el 46% de los argentinos opina así. Que, a diferencia de las mujeres, no haya ley que agrave las penas, es otra cosa.

  

¡Ah! Respecto del caso de las víctimas femeninas no valen las concesiones. Solo justifican lo condenable. Eso de la “Luna de Miel” (reconciliación y sexo explosivo después de las agresiones) es pasajero; solo suena bien el nombre puesto por la psicología para su tipificación.

 

Para cerrar vuelvo al tema del enunciado (Educación Sexual) para recordar que el espíritu que animó la enseñanza en escuelas, primero, y la ley, luego, fue, inequívocamente, el de la sexualidad. 

Por Roberto A. Bravo