Eduardo Lázzari por Córdoba ARGENTINOS

La Estancia Jesuítica de Caroya

Argentinos se va hasta el Camino Real, al norte de Córdoba, y visita la Estancia Jesuítica de Caroya.

La de Caroya fue la primera de las estancias organizadas por la Compañía de Jesús, en 1616, y está ubicada en el límite oeste de la localidad de Colonia Caroya, a 44 km. al norte de la ciudad de Córdoba.

En 1661, la hacienda fue adquirida por el fundador del Colegio Monserrat, el Presbítero Ignacio Duarte y Quirós, quien logró transformarla en una pródiga tierra con producción de maíz y trigo, frutas, vino, miel y algarrobo. Con esa producción ayudó a sostener el establecimiento educativo y, además, usó el lugar como solar veraniego de sus alumnos.

Cuando estalló la guerra de Independencia, la estancia albergó la primera fábrica de armas blancas para abastecer de puntas de bayoneta al Ejército del Norte.

La estancia pasó a manos del gobierno nacional y en 1876, en plena política de promoción a la inmigración europea, el presidente Nicolás Avellaneda, que se hospedó allí varias veces en su época de estudiante, dispuso que fuera el lugar de alojamiento de los inmigrantes provenientes de la región de Friuli, Italia. Esos mismos colonos organizarían luego el poblado de Colonia Caroya, en cercanías del casco de la estancia.

Junto a las estancias de Santa Catalina, Jesús María, La Candelaria y Alta Gracia, y a la denominada Manzana Jesuítica de la ciudad de Córdoba, fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2000.

Eduardo Lázzari conversa con Claudio Videla, director del Museo de la Estancia Jesuítica de Caroya sobre la historia de la estancia y la región, las actividades que se allí se realizan, la responsabilidad de dirigir un museo que es patrimonio de todos y, por supuesto, de salames y vinos.