COLUMNA DE OPINIÓN

Hoy manda. Para bien y para mal, su majestad: la tecnología

Con la mayoría de los celulares se puede filmar sin que nadie se percate. El paso siguiente es la masificación por redes sociales y, en el caso de la gran ciudad, además, la difusión por canales de televisión. Así, traiciones amorosas, robos, agresiones y demás se conocerán en cualquier punto de ésta y otras tierras. Si bien hay demasiada oferta, saturación, algunos hechos y situaciones quedarán grabados en la memoria colectiva con un sello indeleble. "¿Te acordás del video de...?”

 

Una primera conclusión sería que nadie está exento de quedar expuesto, aun cuando no tenga la más mínima intención de hacerlo. En otro grupo están los que mueren por trascender a costa de lo que sea.

 

Esa invasión a la privacidad ha generado desconfianza y transformado el modo de relacionarse. Por caso, la alegría de un encuentro tiene límites. Pensar mal ya no es solo patrimonio de gente Perseguida. La cautela frena gestos espontáneos. 

 

Confianza, alegría y espontaneidad ni se miden ni se pesan, por lo que resulta difícil mensurar cuánto pierde una relación si no surgen plenamente.

 

 ¿Sería descabellado pensar en encuentros sin Celu? Absolutamente. Iría a contramano de lo que impone el consumo con sus publicidades masivas y sensibleras; lo importante no sos vos, tu abuelo (el jovial que juega a la pelota o el que ve la plaza de su pueblo natal), tu novia o tus amigos; a las compañías solo les interesa vender y los seres humanos solo son objetos de sus promociones.

 

Se han aggiornado las viejas ventas de espejitos. De vos depende que no profundicen la despersonalización de tus relaciones. 

Por Roberto A. Bravo