CAPÍTULO 35 JUANA PIMIENTA

El dolor que no sana, no prescribe. Por infancias sin violencia

El daño deja marcas sobre la inocencia. Como la helada sobre la cosecha. Un peso sobre la fragilidad que no se aleja durante largas estaciones. En ocasiones nunca se aleja. Pero, aunque traigan dolor y tristeza, ambos rasgos están en el mismo camino de la sanación hacía la plenitud. Esto solo sucede si todos empujan para el mismo lado, para que la tierra gire.

Niños viven ausentes de sus mentes
A causa del maltrato de sus gentes
Ya no juegan como antes
Ahora solo sufren por los golpes
La tristeza inunda su corazón
Por cada golpe que recibe sin razón